jueves, 11 de noviembre de 2010

CARTA DEL ESCRITOR MODESTO PONCE MALDONADO

Amigos, comparto con ustedes una carta del escritor Modesto Ponce Maldonado. Gracias Modesto por tus palabras.

Rocío:

Además de considerarme un escritor más que un crítico, no he querido pretender hacer un análisis de tu poemario Isadora. Me siento más fuerte ante la narrativa, aunque una novela o un cuento es mejor que no se desprendan totalmente de lo poético. He preferido, pues, escribir una pequeña carta a la autora después de haber leído la obra. Una carta para ti. Así es mejor.

La leí lentamente, sin prisas, no solamente porque no tenía interés de que esa lectura se termine, sino, sobre todo, porque cada frase y cada giro me detenían, me ataban. Tú mismo lo dices: “hojeo el libro por una señal tuya”.

Además no hay otra forma de entrar a ese mundo creado por ti.

Quizás el término "lentamente" sea el adecuado, porque con seguridad la escribiste sin prisas, atando cada significado con otro, cada verso con el que le sigue.

Se trata de variaciones sobre el cuerpo, la piel, el deseo, la muerte, la pasión, el olvido. Tan "lentamente" como si se tratare de entrar al alma de una mujer, ante todo misterio, zonas ocultas o encantadas. No. No diré "de una mujer", sino de "la mujer": "Isadora muñeca de personalidades múltiples", “niña de niebla”, “niña palpitante” El título del libro tenía que llevar el nombre de una mujer. Un nombre hermoso, sugestivo. Me sentí atraído por tu capacidad de producir imágenes, por la "velocidad" (el término es prosaico) con que se suceden, con la vehemencia que aparecen, desafiantes, huidizas. La sugerencia y el golpe directo, inapelable, se alternan en cada verso. Son tus versos los que se presentaron poco a poco, mientras yo los subrayaba: "el recuerdo es el vicio de los solos"... "la muerte no es una sola, hay muchas muertes"... "¿Rabia menos o duele más?" (una patética definición de "desengaño")...


"demonionoche / demonio hembra"... "El hombre amado de un brinco y súbitamente se infiltra en los / ojos de ella” /... "pájaro de luz invisible en el agujero de su cuerpo..." ..."No hay tiros de gracia"... "Las muertes tácitas, / las muertes completas, / las muertes semiinconscientes, / las muertes perennes, / las que se quedan" ... Muy especial para mí el número 8 de la parte II. El grito de rebeldía, casi de impotencia. “He blasfemado contra ti por todos los cielos“… “Dolor circular, / dolor casa de magias…. “Isadora, hija de la grandísima tierra”…



Igualmente, el 3 de la parte III dirigida al “hombre amado”… “carne de siete cruces, / tango de siete cruces, / frío encarnado de siete cruces”. “El hombre amado cae de rodillas / eyacula un río de siete cruces”.



El Epílogo se cierra hacia lo que está escrito y se abre ante lo que está por escribirse. Confirma y huye. Espera y busca. “Pájaros revolotean por las márgenes de los cuerpos”… “En el borde de la calzada un hombre brinda consigo mismo”… “Todo final tiene pájaros entre las aspas del ventilador”… "Entre sus alas, / a dos cuerpos, / a dos espejos, "... “los golpes contra la pared de la locura…”. “Todo está frío y rígido ahora”.



Y algo más: tu constante, reiterativa, referencia a la música. Nada mejor que haber recordado al profundo y extraordinario Réquiem de Mozart. ¿Sabías que a Mozart, adorado en vida, le llevaron al cementerio totalmente solo en una carroza, seguido nada más que por un perro flaco y hambriento? Creo que existe una pintura que reproduce la escena.



Nada más, Rocío. Gracias por escribir Isadora. Gracias por haberlo puesto en mis manos sin conocernos antes, de no mediar una casualidad. …Porque de casualidades está hecha la vida, el amor, el deseo, la amistad, la muerte…