lunes, 15 de diciembre de 2008

VEREDICTO DEL I CONCURSO DE POESÍA JUVENIL ILEANA ESPINEL CEDEÑO 2008

En la ciudad de Guayaquil, reunidos los jurados del I Festival de Poesía Joven Ileana Espinel Cedeño 2008, organizado por la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo del Guayas y el grupo cultural Buseta de papel, luego de analizar los trabajos enviados al certamen, se decidió otorgar el Premio Único al conjunto de poemas titulado "Isadora", firmado con el seudónimo Ed Kemper; en mérito a las imágenes, al ritmo y a la musicalidad de estos textos, y al buen uso de un personaje de ficción, creando unos versos altamente logrados que le hacen honor solamente a la buena poesía. El jurado decidió conceder la Primera Mención de Honor a los poemas "La mujer de Helio", firmado con el seudónimo Euterpe, poemas en prosa de gran fuerza y de imágenes conmovedoras. La Segunda Mención de Honor a los versos "Ambigüedad de deseos" con el seudónimo Min-isis, poemas altamente eróticos y fuertes. La Tercera Mención de Honor para "Desobedientes papeles" con el seudónimo Dick Greison, poemas limpios que conjugan el arte de la escritura con la poesía y la Cuarta Mención de Honor para los poemario "De origen incierto" con el seudónimo Josué Abatista Rodríguez por su musicalidad y sus imágenes logradas. Abiertos los sobres, se comprobó que el Premio Único, firmado con el seudónimo Ed Kemper corresponde a Rocío Soria, de la ciudad de Quito. La Primera Mención de Honor, firmado con el seudónimo Euterpe, corresponde a Dina Bellrham, de la ciudad de Milagro-Naranjito. La Segunda Mención de Honor, con el seudónimo Min-isis, corresponde a Tamara Pin Acosta de la ciudad de Guayaquil. La Tercera Mención de Honor, con el seudónimo Dick Greison, corresponden a César Eduardo Galarza de la ciudad de Guayaquil y la Cuarta Mención de Honor, con el seudónimo Josué Abatista Rodríguez, corresponde a Johanna López de la ciudad de Quito. Dado en Santiago de Guayaquil, a los 12 días de diciembre del 2008.
Fernando Cazón Vera
Sonia Manzano
Siomara España
Isadora bellamorte,
hay un dejo de angustia en las partidas,
como un ojo de agua en mi boca por donde se vierten los adioses,
ojo de miedo atávico abierto en la cara como un bostezo.
miedo connatural,
parco,
mimetizado.

Tango bohemio de arrabal.

Isadora bellamorte,
las frutas bajo la tierra enmudecen,
sus hilos,
sus decúbitos,
sus úlceras,
sus azucenas,
sus trances casuales,
sus gestos al filo del ángelus.

Isadora bellamorte,
tu vientre templo sepulcro de los dioses.

Isadora bellamorte,
el recuerdo es el vicio de los solos,
la hora suprema del estertor no es suficiente
también están los recuerdos
sus magras presencias sobre los objetos,
sus músicas revoloteando en los cajones.
polvillo impalpable,
mano inasible,
aguja errante en el quicio del cuerpo.

2

Isadora bambolabella,
las pequeñas manitas de Isadora improvisaban juegos
el índice, príncipes dantescos
el pulgar, poeta bufón.
En cada mano de Isadora existía un mundo transpuesto
un nudo,
una fantasía,
un gorjeo de sangre,
una escisión,
un ventrílocuo de agua
¿Isadora existía en un mundo transpuesto?

Isadora muñeca de personalidades múltiples,

las pequeñas manitas de Isadora
fábula escénica delicada y breve,
sidra fría,
carne de manzana impúdica sobre la loseta.
Isadora mio cuore,
Isadora los trozos de la muerte,
Isadora secreteaba cada noche con los sobrevivientes de la locura
con la degradación del amor,
con los suicidios y otras aves
se masturbaba en su presencia,
atesoraba una sonrisa bajo el puñal del olvido.

Esa noche Isadora se acurrucó junto a los dioses
tal si la noche fuera una rata ciega,
tal si se reconociera en los vestigios que deja el silencio,
en algún sitio de su cabeza dejó de sonar alguna palabra
y la contrarréplica se hizo de su propia sangre.

Isadora bajó las escaleras con su inocencia de niña
trayendo entre sus brazos algunas criaturas del desvelo.
Nuestros hijos nonatos.

Isadora vuelve al círculo,
la muerte no es una sola, hay muchas muertes:
las grandes,
las inmensas,
las azulinas,
pero todas son insignificancias ante el dolor de vivir.

Isadora la sangre en el filo del lienzo,
el agua al borde de la asfixia.

Isadora voz de niña solitaria,
sus desmadejados miembros sobre la camilla
como si ya no fueran suyos.

Su voz se ha roto por dentro
preludio de pequeños espejos,
cubierta de su propia desnudez

Diosa de locos.

Mi corazón es un fardo de huesos rotos,
de flores rotas,
de mariposas esquiladas

3

Isadora réquiem de Mozart,

Isadora se pasea por mi cuerpo,
se ha quitado los ojos con la espátula de los óleos,
no quiere verme más ha dicho.

Isadora vuelve a nacer como vuelve a morir cuando la sueño,
me quitaré los ojos con la espátula de los óleos.

Isadora danza macabra de Saint-Saëns
su voz de violín profundo y taciturno ha venido por sus cosas,
su voz de violín breve y atribulado desfila por los huecos del apartamento.

Isadora

lo confieso con angustia pero sin culpa,
el día de su sepelio la busqué en otro cuerpo,
sucede como con los fantasma vivientes de las cosas perdidas
en el fondo de los cajones del recuerdo

-por qué no habría de llorarla de ese modo,
con el alma,
con el cuerpo,
con el libídine sangrante,
tantearla con mi ciego sexo cual si la invocara-

viernes, 4 de julio de 2008

Mi estimada Rocío, no te había escrito antes por falta de tiempo; sé que los pretextos sobran y bueno, lo importante es que finalmente puedo agradecerte tu libro de poemas. Estoy fascinado con tus poemas, tal vez no tenga la capacidad de emitir una crítica literaria a tu trabajo dado que la poesía no es mi área, jeje, estoy más perfilado en la narrativa. Aun así, me atrevo a decirte que tus poemas reflejan a un ser lleno de conflictos internos, que se enamora, que odia y que al final se da cuenta que lo único que busca es la felicidad. La verdad es que está muy loca tu poesía, pero eso la hace fascinante; y digo, como no todo es meros alagos a tu trabajo, debo decirte como proxeneta admirador de tu poesía que, lo único que de repente brinca en tu libro es la temática.

De pronto me encuentro con una mujer maternal, en otros momentos veo a una mujer (o personaje) muy sexual, también aparece la mujer loca, desquiciada, en fin; es posible que la intención de la poeta (tú) haya sido esa, llenar su poesía de gamas personificadas. Pero bueno, no me hagas caso en estos comentarios, de repente me pongo medio loco y divago en mis análisis literarios jejeje

En fin, mi apreciable Rocío, espero sigamos en sintonía, un abrazo.
Afectuosamente
Martín Aquino

jueves, 29 de mayo de 2008

Las fragmentaciones del terror

Alexis Cuzme
Manta - Ecuador
27 de mayo 2008

Busca, con el temor al desamparo, al ser solo que lo habita
como si no le habitaran también lo sitios que habitó.
Rocío Soria

Recordando a Stephen King en Danza macabra, cuando decía que los autores de literatura contemporánea de terror son aquellos que no hablan y escriben de los monstruos que nos aguardan fuera de casa, si no de todos aquellos que habitan en nuestro hogar y por ende dentro de nosotros, me encuentro con un libro cercano a lo que sostiene King; así he leído con calma, demasiada por cierto, y algo de obsesión la reciente obra El cuerpo del hijo (Rueca editores, 2008) de la quiteña Rocío Soria (1979). Una poeta agresiva en sus figuras y capaz de hacer estremecer al lector que de tanto releer sus versos logra entrar, de puntillas, despacio y muy aterrorizado por los pasillos de su casa, donde los demonios, que ella furiosamente ha atrapado, aguardan para desfigurarnos la realidad.

La voz poética es enfermiza, tanto que el invocar a la muerte, a esa desaparición total del dolor, resulta la salida más coherente dentro de esta incoherente ficción. Y es esta desesperación del personaje lo que vuelve interesante al poemario. Se sufre en cada verso, se lucha contra el vacío que se expande en el recorrido de la trama.

“Una canción oscura vive en el fondo de sus ojos, / como terminando de alucinar / con el ángulo homicida empotrado en alguno de sus enfisemas” nos dice la voz poética, afirmando que desde y hacia la soledad se gira en un absorbente círculo demencial. Porque “El dolor es un asunto que se lo resuelve en completa soledad”, y este mismo dolor es también “un fluido negro que inunda sus frutos hasta descomponerlo”.

Libro temático para descubrirnos frágiles en nuestra sensibilidad, allí donde la facilidad para abrir huecos es un juego de niños descontrolado. Porque ¿quién no se ha dejado arrasar por aquel bloqueo donde la nada es un todo que engulle con voracidad? ¿quién no se ha fragmentado para ver sus alter egos asechando tras cada paso o página compuesta? ¿quién no ha tentado a la muerte una y cientos de veces en el drama ficcional? Soria lo hace, y no porque su poesía pretenda ser “maldita”, “sombría” o incluso hasta “fúnebre” (si es que caben tales encasillamientos). No, su poesía es un abismo donde yacen ocultas muchas (sino todas) de las escenas de terror que cada individuo guarda celosamente para sí: “Las otras de mí / deben haberse contenido el peso de las pupilas / en los pañuelos de sangre, / deben haberse colgado en los muros / a desgajarse el pellejo a piedras”.

Se dice uno de los personajes: “Mierda, / ¿este es el miedo? / Antes pensaba que el miedo era una mosca que zumbaba al borde del plato, / una cuerda cerrada dentro de la caja transversal. // Pero no es así, / el miedo es este intento de arrimarme a su dolor / y solo conseguir un espacio profundo entre sus gritos.” Libro donde la confusión pretende ser un mal sueño repitiéndose a cada instante para alterarnos como lectores, para estremecer a la vez a los personajes, que chocan apresados en esta casa de terror atrayente llamada El cuerpo del hijo.

martes, 20 de mayo de 2008

Bella Rocío. Tu poesía es un recorrido por la palabra sugerente,
colmada de presencias y milagros.

Gracias por la invitación a tu universo.

Hernando Guerra
Poeta

domingo, 18 de mayo de 2008

Estimada poeta Soria,
Vi su blog donde leí un poema suyo, y me pareció muy bello. Desde Colombia van mis felicitaciones.
Un abrazo,

FABIO MARTÍNEZ

viernes, 16 de mayo de 2008

Rocío:

Gracias por la dirección de tu blog. Comencé a degustarlo. Poco a poco siento que cada texto es un mendrugo, un buen trabajo, o mejor una pasión bien labrada y elaborada por el dictus de lo inefable. Seguiré saboreando este regalo, estas virtudes del dolor y el sufrimiento, para bien del gozo estético que desata tu mágica palabra. Cuando me sienta más alimentado de tus misterios invocaré la gracia de la luz. Entonces intentaré decirte nuevas sensaciones.

Con mi abrazo, para que veas cuánto vale abrazar.

ARGEMIRO MENCO MENDOZA
Cartagena de Indias, Colombia, mayo 16 /08

lunes, 12 de mayo de 2008

Querida Rocío

Tu obra es fundamental para mí. Un total estímulo para sacar el coraje, el dolor y la desgarrada sensación de la pérdida. Te mando un fuerte abrazo y estamos en contacto. Me encantó tu blog. ¡Arajo!, como dicen acá en Morelos, me hubiera gustado estar ahí.

yo mera

Luz Adriana Robledo Valencia
La Jornada de Morelos
México

sábado, 10 de mayo de 2008

EL CUERPO DEL HIJO

POR: CARLOS VALLEJO MONCAYO
QUITO, ABRIL 2008

EL CUERPO DEL HIJO es una indagación planteada desde cinco vértices, cinco miradas inquisitorias lanzadas hacia un mismo misterio: el cuerpo. Y en ese penetrar acudimos a la estructura de un laberinto en donde el recurso poético nos va dando luces en torno a un ser concreto que va edificándose únicamente bajo la condición de su propio exterminio; es decir, asistimos al retrato de una muerte desde cinco ángulos narrativos diferentes.

Naturalmente, la habilidad lograda con la particular y continua voz poética de Rocío Soria tiende puentes para aproximarnos a ese particular fenómeno. Evidencia de ellos es el planteamiento de escenarios afines a lo largo de sus cinco piezas poéticas.

Y es que el atrevimiento temático en tanto la soledad, la muerte, el dolor, es decir los eternos temas humanos cobran nuevas perspectivas en cuanto uso del lenguaje, lenguaje que deviene en plástico pues las imágenes que consigue en apariencia parecerían extraídos del arte narrativo, sin embargo, esas acciones, esas descripciones, pertenecen más bien a la creación de instancias subjetivas precisas, insisto, imágenes, como si asistiéramos a una presentación de diapositivas, que apelan ya no solo a la vista, sino, al olfato, al tacto, al gusto, al oído, e incluso sinestesias que se valen de bien digerido comprender las intenciones del arte surrealista, vanguardista, expresionista y sicodélico.

Es que el mapa que afronta en este poemario suscita una serie de riesgos debido a que es el paisaje del registro interno humano lo que se alcanza, paisaje en tanto representación de miedos, anhelos, mitos, instintos, de tal modo que se nos ocurre una labor enquistada debajo del iceberg que todos vemos: el ser cotidiano. Y es justamente debajo, en ese recóndito laberinto donde se encuentran las huellas de un ser enfermo, de un enfermo que ilumina. Desde luego, este no es un libro de fórmulas, pues ni la voz poética, ni la estructuración de su personaje único y múltiple son evidentes o lógicos, pues nos vemos confrontados a ese ser eternamente inconcluso que padece su existencia en el mundo; padecer que no nace desde la queja fácil, ni de la reivindicación, sino de un nutrido artificio de constataciones, y por eso el libro es permanente acción, una libre concatenación de acciones que se realizan en el pensamiento, pues esa es la sensación que se busca: atar actividades que parecieran propias del mundo físico para a través de la sublimación metafórica dar rodeos sostenidos sobre las realidades subjetivas últimas.

Es decir que, es escenario que permanentemente evoca el clima sórdido de un hospital, se diría en guerra, traza la metáfora exacta de las habitaciones mentales más próximas al caos.

Obviamente, este libro es un transitar oscuro por los senderos del ser, mas es el milagro estético aquel condicionante que nos da hilo para intentar salir del laberinto, pues nos hace mirar de frente a aquello que callamos, aquella fiebre que nos inquieta, aquellas cuerdas que duelen y que por temor debemos evitar.

Cabe mencionar que al hacer un breve examen de la disposición de los textos vemos una muy interesante articulación que no disimula su proximidad narrativa, además de versos que devienen como cascadas, espacios deliberadamente colocados para redondear la tensión dramática que recorre a lo largo y ancho de este corrosivo juguete literario.

Pero el valor polisémico de esta obra poética no descansa pues EL CUERPO DEL HIJO parecería invitarnos hacia algunas preguntas: ¿El cuerpo del hijo somos nosotros? ¿Es la biografía de nuestros finales días testimoniados por alguien? Puede ser que sí. Sin embargo la proliferación de sentidos de este libro nos lleva a preguntar si acaso es el retrato del proceso creativo, de ese dolor que pone en tela de duda todos los elementos de la realidad; pues, si nos fijamos, cada poema es un rayo lanzado hacia el intento, hacia la construcción de sentido culturalmente útiles para aproximarnos aún más a la condición humana última: la muerte.

Sin embargo, no es la muerte en sí, como cosa física y cotidiana, y de ahí la pertinencia de su epílogo; acaso este libro es un retrato de la inutilidad de la lucha, la característica de lo efímero trazada con versos, quizá es una gran metáfora de esa muerte diaria, natural y humana, acaso es ese morir de los segundos en donde solamente transitamos y a pesar del tamaño de nuestra embarcación y de lo rico de su equipaje, seamos apenas una tenue huella que va desapareciendo sobre la vastedad del mar.

Gracias a Rocío por este sabio dolor que, lejos de arrogancias didácticas, nos conmina estéticamente a replantear las huellas de la muerte, de la soledad y del amor.

carlosvallejo

LA MEMORIA SALPICADA DE SANGRE

POR: WALTER JIMBO
QUITO, MAYO 2008

La memoria salpicada de sangre

Estoy salpicado la mente de sangre, me leí de un solo tu libro. Parece que uno se mete a un laboratorio donde hay pedazos de personas regadas por todo el espacio, me dejó esa fuerte sensación.
Me gustó bastante la voz interior que tiene, sino que debo confesar, esos desechos humanos de los que te hablo me produjeron como un escalofrío.

Un beso, adiós.

Por ahí hermosa de vernos.

miércoles, 30 de abril de 2008

El cuerpo del hijo, y la voz poética de Rocío Soria.

Porfirio Mamani-Macedo
París, 26, abril, 2008

En el conjunto de estos poemas se representa la desintegración y construcción de una identidad espiritual y corporal de un Ser, que con mucha emoción recorre a través de la voz poética. Hay imágenes violentas, tiernas, desesperadas ; otras envueltas de silencios y esperanzas. Los silencios son los espacios que la autora introduce en el orden de los versos, los cuales aparecen como cortes que buscan la esencia de una acción o idea a concretizar. La esperanza es la búsqueda insistente, constante como lo sugiera la poetisa : « ha buscado en los cajones algunos mendrugos ». Aunque la búsqueda está presentada como una acción incierta, ella nos introduce al mismo tiempo a un mundo maravilloso donde podría encontrarse la felicidad. Para ello es necesario atravesar el camino de la duda y sobrepasar aquellas adversidades que surgen a lo largo de la vida, aquellos laberintos existenciales que encuentra ese Ser por donde se desplaza.

La soledad es un campo de batalla, donde se lucha consigo mismo, es en el libro de Rocío Soria, como una sombra que se enfrenta a otra sombra, siendo ambas la misma sombra, tal como aparece en el hermoso verso: “no sabe si él o el del espejo ha despertado primero”. El espejo es el rebote de la propia imagen que desesperadamente se enfrenta desde el otro lado, desde el lado interior que parece consumirlo en silencio, en ese lado donde la soledad es además, el dolor que le permite resistir en la búsqueda de sí mismo. A veces el Ser que aparece en los versos de Rocío, es alguien que es un Hombre y un Dios; es un Ser que vacila entre el mundo de la divinidad y el mundo terrestre. Sus denotados desvelos aparecen como lanzas en su experiencia de la vida, puesto que pesa una amenaza constante en cada uno de los movimientos que hace.

En esa travesía vital, la muerte es apenas una imagen que se confunde con las insistentes imágenes quebradas, desgarradas que ese Ser debe soportar. Hay un evidente sufrimiento epidérmico que flota en la contextualización de los poemas, es algo oculto, invisible; así lo dice la voz poética : “el dolor es un asunto que se lo resuelve en completa soledad”. ¿Acaso no es ésta la experiencia cotidiana del hombre? Unos lo llevan con mayor intensidad que otros; unos lo manifiestan, otros en el profundo silencio lo guardan como un tesoro extraño.

El camino para ese Ser es un descenso a la vida terrestre, a la vida concreta, casi a una vida infernal, es el paso doloroso del hombre/hijo por un túnel colmado de angustias, indiferencias y desprecios. Va como acosado por un destino que lo ha condenado a permanecer en aquella ciénega oscura que lo acerca y aleja de la muerte; y así, en su errancia busca el amor, busca la muerte. En ese contexto la imagen de la mujer, a veces aparece como la continuidad del camino difícil; entonces la mujer es otro mundo, otra experiencia que explora la voz poética y nos lleva por una senda descubriendo el campo espiritual del personaje femenino, cuya particularidad es la búsqueda de una libertad sea interna o externa, como lo refieren estos versos al expresar: “Este bocado de oxígeno es el primero”, “el aire pita en mi pecho”, “Quiero un bocado de aire”. Por esas sendas por las que avanza la mujer o el hombre hay algo común que los une, aquello lo de la unidad o la desintegración espiritual del ser, como lo sintetiza la poetisa Rocío Soria, en uno de lo más bellos versos de este libro: “No sé si voy caminando o voy desplomándome/ en una especie de rueda de fuego / no sé si sueño o empiezo a devenir”.

La poetisa Rocío Soria logra con mucha destreza abordar una variedad de temas, tal un desafío, en la poética Latinoamericana, y lo hace con una sensibilidad muy singular, propia. Es uno de los mayores logros que sobresalen en sus versos, los que indudablemente reflejan la emoción dolorosa y profunda del hombre. A nivel temático alcanza una dimensión universal al tocar temas como la soledad, el dolor, la búsqueda de sí mismo, el desafío para encontrar una puerta, una luz, un camino.

martes, 29 de abril de 2008

PRESENTACIÓN DEL CUERPO DEL HIJO

ALGUNOS DE LOS ASISTENTES AL EVENTO



EN EL ACTO DE PRESENTACIÓN DE "EL CUERPO DEL HIJO"

HUBO INTERMEDIO MUSICAL DE LOS MÚSICOS FOLCLORISTAS

CHILENOS Nelson Fernández y Ricardo Sasmay






El cuerpo del hijo

POEMA

Ya nadie quiere cuidar de esta mano
cuyos movimientos involuntarios han pretendido, dicen, ahorcarme.
La envuelvo
la cubro
le doy un beso en la cabecita
le arrullo
me amanezco meciéndola pero ella nunca duerme
está vigilante
pendiente
se sobresalta al menor ruido y me araña de desesperación el pecho.

Quiere llamar mi atención porque sabe que ya está cerca.
Le digo que sea cautelosa pero ella es muy impulsiva.
Es peor cuando la máquina de los latidos empieza a bombear toda la noche, sin descanso
y no termina de morirse ese pitido en mis ojos
o se vuelve a una sola hebra
y el hombre de blanco viene con su abulia masculla algún silencio que
he olvidado
dice algo que no entiendo.
Se acerca
se la lleva
le muele a sondas el cuello.

Él no entiende
que ella solo pretendía advertirme.
Se la lleva.
Estoy sola.
Miro por el estrecho agujero del parapeto común.

El hombre de la pieza seis se ha levantado
y camina descalzo hacia el fondo
agitando la pierna como si quisiera lanzarla.

El hombre de las flores amarillas
se golpea la cabeza contra la pared
repitiendo la misma frase.

El martes arañaba con la cuchara el plato vacío
en un ritual interminable de invocación.

Ya nadie quiere atar estos cordones blancos que me crecen cuando llueve,
nadie quiere cuidar de esta mano
cuyos movimientos involuntarios han pretendido,
dicen, ahorcarme.


La envuelvo

la cubro.

Espero.

lunes, 28 de abril de 2008

LIBRO “EL CUERPO DEL HIJO” SE PRESENTARÁ LUNES 28 DE ABRIL

BOLETÍN DE PRENSA
Quito DM, 22 de abril de 2008

LIBRO “EL CUERPO DEL HIJO” SE PRESENTARÁ LUNES 28 DE ABRIL

El lunes 28 de abril, a las 19h00, en el Centro Cultural Benjamín Carrión, ubicado en la calle Jorge Washington 909 y Páez de la ciudad de Quito, se presentará el libro de poesía “El Cuerpo del Hijo” de la poeta quiteña Rocío Soria R., editado por Rueca Editores.
Presentarán el libro el escritor Carlos Vallejo Moncayo, Premio Aurelio Espinoza Pólit 2007, y el Sr. José Miguel Román.

La autora

Rocío Soria nació en Quito en 1979, obtuvo el Premio Internacional de Poesía Fanny León Cordero organizado por la Asociación Ecuatoriana de Escritoras Contemporáneas, 2005; el Primer Premio en el Concurso Interuniversitario de Relato Corto organizado por la Universidad San Francisco de Quito, 2005; el Primer Premio Concurso del Libro y de la Rosa organizado por la UNESCO y la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, 2006; ha publicado el poemario "Huella Conceptual", con el que obtuvo el Segundo Premio en el Concurso de Poesía organizado por el Departamento de Cultura de la Universidad Central del Ecuador, 2003; y, Medalla de Bronce en el género cuento en el Concurso de Poesía, Cuento y Ensayo organizado por la Facultad de Filosofía, Escuela de Lenguaje y Literatura de la Universidad Central del Ecuador, 2006.

La obra

La obra tiene cuatro capítulos que se entrelazan entre sí por medio de sus personajes que pretenden dialogar entre sí mientras el estertor los aniquila, la obra concluye con un Epílogo.
Los poemas giran alrededor del dolor y la imposibilidad de lograr un acercamiento al dolor del otro y la constatación de que a pesar de estar juntos, estamos solos. En la presentación de la obra poética habrá un intermedio a cargo de los músicos Nelson Fernández y Ricardo Sasmay. Se ofrecerá un vino de honor.