miércoles, 5 de febrero de 2014

ICTUS - Edison Navarro


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Este es el texto que preparó el escritor Edison Navarro para el día de la presentación de ICTUS:
 

El poema como cuerpo, el cuerpo como poema, el cuerpo enferma, pero el poema resiste a la sobredosis de dolor, el cuerpo sobrevive a la dosis de enemigos químicos, pero al final se inunda, se desborda, manifiesta su fragilidad, la ausencia de salidas para el mar que nos recorre, tanto así, que si una piedra blanda tapona el agujero por dónde fluyen los recuerdos, nos llenamos nuevamente del dolor al que no sabemos sobrevivir. 
 
Es el manar de dos venas permanentes, un corredor largo dónde todo lo palpable construye la realidad y el otro que lo reinterpreta, que cambia de nombre a la anatomía de lo existente. ICTUS libro tangible de Rocío nace y crece en la plenitud del amor frente al ser que se rompe, abraza las dudas y el miedo que se encierra en los pabellones del corazón, construyendo con la palabra imágenes sublimes para hacer del verso el lugar de encuentro entre la piel del padre y la memoria de todo aquello que hasta hoy levanta con poesía lo que derrumba el viento helado de la ausencia.

Rocío enfrenta a la belleza del poema con la desesperación, lleva al mismo tiempo la conciencia de la vida que resta en el vientre de la familia, en los líquidos de su madre dónde habitó y que son los mismos, fluyendo en las cuerdas que sostuvieron a su padre y a las venas del poema; – de tan poco depende la vida y de tanto amor su poesía- y esto es latente en ICTUS

la cabeza de mi padre es un globo donde las altas presiones del liquido forman un talud submarino
mi nombre y el de mi madre son dos peces entre las cavidades de su carne (…)”

La belleza gana la batalla y por eso ICTUS es un acto de rebeldía frente a la muerte, no encontrarán reclamos en su poesía, menos aún una palabra que intente explicar la angustia de quien parte a las profundidades de la memoria intentando buscar su origen.

Rocío sabe trasladar con fuerza el mundo tangible que necesita de respiradores, mangueras y agujas para existir, hacia este universo-poesía que dicta sin temor alguno, como se vive durante el miedo, el silencio y la agonía; después del placer, el encanto y la dulzura del estar.

La poesía de Rocío es el puente a lo salvable y ella acude con necesidad a la raíz de sus pasos, para dejar escrito en las paredes de este sanatorio de la existencia (la vida), cada uno de los temores que vió a su padre vencer.

(…) me pongo su pijama
transmuto”
tengo sus mismos pies
sus manos
su mueca en las fotos
su marca de nacimiento
y el vaciamiento de su sonrisa
incluso podría estar haciendo una diabetes o haber heredado su fibrosis
o el botón aórtico prominente con el que amó (…)”

Después de leer varias veces ICTUS me pregunto ¿El poema como cuerpo, el cuerpo como poema, o es la inexistencia, el poema que nos habita?

Rocío nos enfrenta a este caudal para hacernos de su mundo, el que solamente se puede sentir para saber que existe y en uno de sus poemas dice:

el llanto es un poema que necesita ser trabajando en el silencio de la intimidad”.

Y hoy nos lo presenta.



lunes, 27 de enero de 2014

ICTUS, Memor Patris.


Por: Milton Fernando Romero-Obando


Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar..” Jorge Manrique
Dios mío, yo te ofrezco mi dolor ¡Es todo lo que puedo ya ofrecerte!” Amado Nervo


Ictus, cuadro sintomático donde se devela el proceso agónico del enfermo y sus allegados. La poeta Rocío Soria Romero nos presenta esta elegía surgida de un sumario tremendamente doloroso de vivencias y experiencias compartidas con seres amados, un deambular entre lo terrible, lo doloroso y lo siniestro.

Soria va tejiendo un registro de vivencias captadas desde su ojo poético, y las transforma en imágenes líricas llenas de sensibilidad y resignación. Su voz, a pesar de tener un tono de carácter agónico, mantiene una fuerza vital, comparada únicamente con la Fe del espíritu.
Soria apuesta por una estética llena de imágenes terribles y dolorosas, donde derrumba su melancolía, un mundo lleno de quejidos, lamentos, agujas y sueros, por otro lado, contrasta estas imágenes noctámbulas con referentes de valor, moral, amor, respeto y resignación. El efecto conseguido es una poética de lo sublime, donde el yo lírico evoca recuerdos, momentos y sensaciones próximas a la muerte de un ser amado. 
 
Dice Soria, “el poema se dejaba de circular a ratos y otras se volvía piedra cerrando el paso de luz en la arteria” (Pp. 2), parece ser que el lirismo de la poeta nos lleva de un mundo fluctuante, lleno, donde la vida trascurre llena de imágenes, y se petrifica en un momento (o mil momentos), como una foto en blanco y negro, como recuerdos colgados en la pared.

La belleza de Ictus, está en ese romanticismo puro, donde se aluden imágenes crueles, terribles, llenas de una oscura pesadumbre. Estas imágenes son fuente vital en la poesía de Soria, desde su alma poética hilvana paso a paso, recuerdo a recuerdo, un proceso agónico. En esta contraposición entre la belleza, e imágenes grotescas, es que se (re)construye un nuevo significado de belleza. Esta sugerencia de recuerdos dolorosos se proyecta hacia el futuro, en donde el paradigma poético se encarga en extrapolarlo hacia la eternidad.

Ictus, es el tributo que la poeta quiere dejar a la memoria de su padre, no como un epitafio condenatorio, sino como una muestra de coraje y perseverancia en conservar la vida hasta el último momento. Es esa sed de vida, la que llevan a su padre a pelear con la muerte y librar, literalmente, una batalla sangrienta por aplazar en algo, no el último peldaño de la vida, sino por continuar gozando de esas pequeñas cosas que le puede ofrecer su familia.

Rocío Soria muestra ese cumplir siniestro e infranqueable de la muerte, sin embargo, acota, la valentía y el coraje con el cual se la debe confrontar, a decir de la poeta, está en su padre un ejemplo de vivencia total incluso ante la muerte. La poeta va de la mano con su padre en este recorrido mortal, previendo ya el trágico final, la muerte cubierta de un halo de resignación cristiana: “sentada al pie lo ve morir/qué más se puede hacer frente a la muerte sino presenciarla/rezar si acaso/aunque ciertas tardes ella se contente con ficcionar” (Pp. 45)

Ictus, es una muestra más de esa pasión y curiosidad poética que tiene Soria, una elegía con tintes góticos, la energía vital poética de Rocío Soria se (re)inventa en cada intento literario, cada uno de ellos es un nuevo reto, de los cuales la poeta sale siempre airosa. En esta elegía su voz se resquebraja mientras encuentra un clavo de donde asirse, y salvarse. Ictus es una prueba de vida…..

viernes, 10 de enero de 2014

ICTUS

¿Qué nos queda tras la pérdida de alguien amado?, ¿Cómo vamos sobrellevando la ausencia y llenando el vacío? y ¿Cuánto degrada la enfermedad del ser ligado en afecto y vida? Esto se cuestiona Ictus (El ángel editor, 2013) el reciente poemario de Rocío Soria (Quito, 1979). Un trabajo oscuro en su visión poética, arcano en los recovecos que recorre y apabullante en sus trazados del dolor. 

En Ictus, el padre y su enfermedad, son un dueto degradándose a ritmo acelerado. Donde el pasado va trastabillando en un círculo que espera fin, poro mientras tanto va aniquilando las posibilidades de reencontrase con la realidad. Una realidad que desde la voz poética resulta imposible. 


la cabeza de mi padre es un globo donde las altas presiones del líquido

forman un talud submarino

mi nombre y el de mi madre son dos peces entre las cavidades de su carne

(p 13)


tanta sonda y ninguna flor

tanta sonda y ningún recuerdo

tanta sonda y ningún poema

(p 19)


vos te quedabas de pie en el cuarto de baño vestido y con la llave de

/los olvidos abierta

(p 20)


En Ictus, la enfermedad, el padecimiento, el tiempo transcurriendo lentamente, son un reducto donde el caos es una voz apaciguada en sus alaridos internos. 


pájaros de la noche mis padres y yo

la noche arrastró nuestros ruidos los volvió piedras gigantes y azules

(p 11)


yo soy el coágulo que detuvo el paso de luz en esa arteria pulsátil

/que es mi madre

(p 16)


mi cuerpo es una pequeña morgue

una sala de urgencias

un aparato que zumba y jode

un banco en el que otros se sientan a contemplar mi rostro

(p 23)

Pero Ictus, como propuesta poética, va más allá, explora la vida, la sobrevivencia justamente desde aquella herencia post mortem y ¿onírica?, donde el dolor ha migrado a los sobrevivientes, a quienes deben recordar. Pulso estrepitoso del ambiente.    


me pongo su pijama

transmuto

tengo sus mismos pies

sus manos

su mueca en las fotos

sus marcas de nacimiento

y el vaciamiento de su sonrisa

(p 31)


no habla la mujer sino el miedo que desdobla su cuerpo en infinitas

/voces y lo desdibuja

(p 42)


me recuesto con la muerte sobre el pecho

la abuela dice que mi muerte es pequeña comparada con las que

/ella tuvo

que parece solamente un animal dormido o un muñeco

(p 46)


Versos apabullantes, sensaciones donde la oscuridad de la memoria juega a verse en el espejo de la desesperanza. Eso es Ictus, un ritual tétrico, donde la muerte es una sombra que persigue, que estorba latente e incómodamente en la soledad.

INVITACIÓN A PRESENTACIÓN DE LIBRO



La Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión,
el Hospital de Especialidades Eugenio Espejo
 y el Ángel Editor
Tiene el honor de invitar a la presentación del libro
De: Rocío Soria Romero
El acto contará con la participación del
Intervención musical: Wladimir Iza
Jueves 23 de enero de 2014, 19h00
Sala Benjamín Carrión
Casa de la Cultura Ecuatoriana
Av. 6 de Diciembre y Av. Patria
¡LOS ESPERAMOS!

POEMARIO ICTUS


ICTUS

Juan Secaira


La poesía y la agonía se conjugan —se rompen, se rebelan, se descubren— en Ictus; precisamente ahí: en el trastorno del ser, en el cuerpo del poema que no se limita al testimonio o a la queja, sino que se transforma y da vida a un dolor auténtico. La palabra acompañando, siendo sin ser. La desavenencia del afecto cercano y de la familia como la unión en el camino hacia la muerte. Donde la conciencia fenece o se convierte en arte.
La familia como un núcleo, como un organismo en el que se protege, se ama, se entiende; incluso en medio de la aflicción el instinto se convierte en verso y persevera. La supuesta lógica de la existencia fragmentada por el miedo, por el amor, por las sondas, las bacterias y los venenos. Y no hay un poema de despedida, no existe el orden en el hermoso, intenso y doloroso trayecto del cuerpo.
La confusión de los afectos, el carecer de explicaciones o justificación alguna, el corazón de la poesía en medio del caos de la enfermedad.
La comunión entre la visión del padre y la poesía recorre el libro, hermana a la sensibilidad que mueve a la poeta, que la conmociona y la habita. En donde el sufrimiento y el verso conviven en el sublime espacio del silencio.
Un espacio vertiginoso, verosímil y árido. El lugar en el cual toda experiencia es insuficiente y agónica. La sinfonía del adiós. El miedo enfrentado al cinismo, a la desesperanza, a la lenta ebullición de los sentidos. De lo que se trata no es de nombrar sino de quitar los nombres, los conceptos, el lugar común, y más bien ejercer el efecto del corazón para poder asirse a lo que queda.
El recuerdo enclavado en el ánimo, en un escozor del que después solo resta el individuo, la historia quebrada, la mimética de su conflicto cobijada en un sonido agudo, tal como el poema, como la verdadera existencia, como la espera.
Rocío Soria es una poeta, y sus versos agitan e impactan, no desde los convencionalismos, sino desde el tejido de un lenguaje que crea un universo sin más concesión que la belleza en medio o junto al declive, a la sensación del final. A la finitud. A la vida.