miércoles, 14 de marzo de 2012

Los niños son lectores de paladar delicado, no comen salchipapas literarias

Por: Rocío Soria R.

Edgar Allan García Rivadeneira es un escritor multifacético ha incursionado con éxito en casi todos los géneros: ensayo, poesía, cuento, novela y literatura para niños y jóvenes, es autor de 32 obras y coautor de ocho libros, nació en Guayaquil pero se nacionalizó esmeraldeño bajo la consigna de “los esmeraldeños nacen donde les da la gana”.

Son las dieciséis horas treinta en la lluviosa Quito cuando llego a su casa, él me abre la puerta, me recibe con esa simpatía que lo caracteriza aunque un poco extrañado de que lo vaya a visitar a los tiempos, me invita a pasar y me brinda nueces y chocolates, en su casa de niño grande todo tiene el sabor de la golosina, empezando por sus libros y por su charla.

Me cuenta un poco sobre la historia y el boom que desde el año dos mil mantiene la literatura infantil y juvenil en el Ecuador; sobre el resurgimiento de algunos autores como Edna Iturralde, Francisco Delgado, Hernán Rodríguez Castelo que ya venían escribiendo literatura infantil desde antes y el aparecimiento en escena de nuevos valores como Soledad Córdova, Leonor Bravo, Edgar Allan García, María Fernanda Heredia entre otros.

Refiere como Alfaguara y Santillana iniciaron la línea de literatura infantil en el país y propusieron a los escritores que no escribían en esa línea que intentaran hacerlo; luego, detalla, apareció Libresa y Editorial Norma a quienes les pareció un buen negocio el promover en los colegios la adopción de ciertos títulos de literatura infantil y juvenil.

Sostiene que la literatura que se consolidó era la que proponía formas más lúdicas y audaces, más conectadas con las nuevas formas del quehacer literario porque los niños detestan todo aquello que no tenga sabor lúdico, profundidad, aventura, experiencias psicológicas interesantes y contrariamente a lo que se cree, ellos no consumen cualquier chatarra que se les dé, son lectores de paladar delicado que no se comen “salchipapas literarias” bromea.

Asegura que una de las cosas con la que se equivocan los profesores es creer que la literatura sea una pedagogía disfrazada, es decir que los niños sean “educaditos” porque en ese libro dice que así deben ser; a los niños esa pedagogía disfrazada les sabe a berenjena que aunque la recubras con chocolate, simplemente no les pasa, le meten el diente y se dan cuenta de la trampa.

En cuanto a los temas de los libros, explica que todos en absoluto son susceptibles de ser tratados en literatura para niños y jóvenes, depende mucho de la calidad del escritor, de la forma en que se aborden los temas y sobre todo si el mundo adulto le permite a ese libro ser parte de la lectura del niño, muchos libros han terminado en el cesto de basura porque tocan temas que resultan políticamente incorrectos. Los niños están abiertos a un montón de ideas, no están contaminados; los adultos son los que contaminan su percepción, asegura.

En relación a esto recuerda que hay series animadas como “Los Simpson” que tocan todo tipo de temas: la crueldad, la irresponsabilidad, la miseria humana, el egoísmo y podríamos dilucidar si eso es conveniente o no para los pequeños, pero lo que si es cierto es los niños están consumiendo una gran cantidad de temas críticos y los padres ni se dan cuenta, en cambio el libro se ha convertido es un objeto de sospecha, lo examinan de arriba hacia abajo para ver si a su niño le conviene o no leer este tipo de cosas. Hay una doble moral que en el fondo es una rabia al libro, manifiesta.

Aunque por otro lado no deja de sentirse satisfecho con algunos padres de familia de clase media alta quiénes en su formación fueron lectores y saben de lo importante que es la lectura en la formación del niño. Los hijos de estos padres leen entre quince y dieciocho libros al año en sus colegios que son instituciones que si se están tomando en serio el tema de la lectura. Es importante el apoyo de los padres lectores, asevera.

Afirma que no es que no se lee porque no se tenga dinero para adquirir un libro sino porque no se quiere, los profesores tienen una actitud muy cuestionable, poco responsable respecto a la lectura, hacen un daño tan grande a los niños porque no escogen libros dulces, les mandan a leer cualquier cosa y como no seleccionan bien las lecturas evidentemente les van a mandar a leer libros que no producen ningún impacto en los niños. Esto es terrible, cuestiona, matar el placer por la lectura a un niño es casi un equivalente a la pedofilia, le matan la ilusión, le cierran un montón de puertas que se pueden abrir en su vida y la posibilidad de entender el mundo de una manera diferente. Este es un problema de nuestro país y de todo el tercer mundo.

En el país se han sentado algunas bases, pero faltan muchísimas cosas por hacer. En la cuestión de promover la lectura falta de aquí a la luna, comenta.

En cuanto a los medios de comunicación del país, revela, que es casi nada lo que han hecho en este tema, los espacios son reducidísimos, hay suplementos infantiles como la Revista La Pandilla o La Cometa que están dirigidos por periodistas recién graduados, las propuestas son de llorar, no hay un repensar de este tema ni por parte de los medios ni por los organismos gubernamentales como Ministerios de Educación y Ministerio de Cultura, el tema de la lectura es algo que se les escapa y por desgracia han incurrido en no pedir ayuda a asesores que saben del tema para establecer una verdadera política de lectura a nivel nacional. Reconoce que también han faltado propuestas alternativas de parte de los escritores.

Qué genial sería, que el Estado comprara a las editoriales libros a unos precios reducidos, les vendría de maravilla porque no tendrían que contratar ilustradores o diagramadores porque el libro ya está hecho y podrían escoger títulos nacionales y extranjeros que sean los más adecuados, por ejemplo en Argentina acaban de contratar a quince o veinte asesores para que les recomienden cien libros que deben leer los chicos de ese país, cuatro de esos libros son de autores ecuatorianos, uno de ellos es de autoría de Edgar Allan, lo cual quiere decir, señala, que de alguna manera ya estamos mirando con pantalones largos el tema, porque antes éramos ignorados, no existíamos y de alguna manera esto era cierto, en los primeros años nadie sabía que se estaba haciendo literatura infantil en el Ecuador.

El problema también es de distribución, puntualiza, las grandes ventas solo están en Quito, Guayaquil, Cuenca, Ambato, Ibarra; pero si tú quieres encontrar un libro en El Oro, Cañar u otras provincias no vas a encontrar nada, las editoriales grandes, como es un buen negocio, ven dónde hay público interesado en comprar grandes cantidades de libros y se van a los grandes centros urbanos. En cambio si el Estado los comprara podría distribuirlos en todo el territorio nacional.

Cuando son las dieciocho horas nos despedimos, él tiene que salir urgente a atender un par de pacientes; yo, en cambio, me voy con la dulce emoción de haberle visto, camino hacia la ecovía abrazando las notas que tomé y la grabadora con la entrevista a continuar mis actividades.