domingo, 15 de marzo de 2015

"DESEQUILIBRADA”

Nunca he podido mirar la línea imaginaria que marca el centro cuando intento ir en bicicleta, lo he intentado muchas veces sin éxito, la conclusión, digo bromeando, es que: soy una desequilibrada o como dijera mi maestro de maestros “soy cada día más inútil para las cosas prácticas de la vida” tal vez me falte desarrollar la motricidad fina y eso se deba a haber reprobado el jardín de infantes; imaginen que a mis treinta y tantos, corto con las tijeras como “comido de ratón” con estilete tengo bastante precisión pero con las tijeras podría quedarme sin dedos.

En algunas de las conversaciones con mi amiga Ximena durante el almuerzo, hemos reflexionado acerca de la importancia del equilibrio, toda vez que hemos empezado a leer los “Reglones Torcidos de Dios” de Torcuato Luca de Tena y a preguntarnos sobre cuál es la verdadera locura o el equilibrio, los de los que estamos fuera o los de los que están dentro. Llama la atención la inteligencia de la protagonista muy parecida a la del Dante Reyes, uno de los pacientes célebres de nuestro Hospital, más conocido como el “Cuentero de Muisne” y con quien tuvimos largas conversaciones durante su estancia aquí.

Hace tiempo tuve una crisis con mi hija, esto me llevo a imaginar en mi rol de madre, tan peligroso como caminar con los ojos vendados sobre una cuerda floja ubicada a diez metros de altura, transportando una caja de dinamita, qué importante es lograr mantener el equilibrio en esa situación con los hijos. Qué exista un equilibrio entre el cerebro y corazón, inteligencia y sensibilidad, sincrónicamente.

Cuando a mi amado le sobrevino el infarto cerebral que afectó su capacidad de hablar, me conformaba a veces con mirarlo caminar, coordinar la locomoción, el balance perfecto en cada paso y ese solo hecho era un milagro; me preguntaba cuánto tiempo tarda un ser humano en aprender a caminar, mi pequeño Demian empezó a caminar a los nueve meses. Qué maravilla el equilibrio del cuerpo, qué maravilla, además, el equilibrio en la música que escucho todas las mañanas mientras troto y qué maravilla el equilibrio de la energía entre mi espíritu y el universo a través de un mantra.

Todo es equilibrio y las patologías entendidas de este modo son solamente una pérdida de este equilibrio, ocasionadas por excesos o desórdenes; mi amigo el escritor Gabriel Cisneros Abedrabbo decía en una entrevista que le hice, que las enfermedades son muchas veces psicosomáticas, el no haber llorado o reído cuando debiste hacerlo.

Creo que en eso radica la extraña felicidad que me caracteriza, el haber logrado alguna especie de equilibrio o alguna paz en base al entendimiento de ciertas cosas, leyes y principios universales. Amo la vida y la posibilidad de la reflexión, el sentido que las lecturas le dan a la existencia, la música, la poesía, la misión a cumplir sea cual fuere, los gestos solidarios, la vibración y el color del amor, el color del sonido… el sonido del color, la posibilidad de construir o inventar y el que este sea siempre un nuevo día.