manía irrefrenable de atorarme en laberintos
huecos
los callejones se intuyen en esa
maraña de espesas oscuridades
los
plexos se detienen en las esquinas
nadie intuye que ruedo en cada ruido de cada tumba cerrada a medias
los ojos gruñen
los ojos de las cosas tibias
los ojos de araña de los calvarios
individuales
los ojos disecados que
aun creen que trastabillan
los ojos de
la muerte y sus cuencas caóticas
voy
rumbo y ruedo en cada ruido de costilla
luego vuelven las miradas viscosas
mi oquedad
mis lienzos de yeso
trasmuto
ya
no me acuerdo a qué fin
ya no me
acuerdo a qué vine
me queda laberínticamente latir por las calles
escudriñando en las paredes
alucino
me prestidigito los
sueños
él me intuye me dirijo en
círculos hacia sus manos
no tengo
pretexto para digitar
solo para seguir
latiendo
zumbando las alas me eclipso
me dejo suturar por los alfileres de sus
ojos pongo dos puntos-paréntesis-pleura-fascia
aguadija no sé que escalofrío me huele la carne a crimen me escondo de
la noche asesina sintiéndome criminal, me eclipso de mi misma huyo felinamente
hacia la guarida de mi caja torácica
me zurzo de puntadas la garganta
no quiero saber nada de mi
incluso un mal vertiente tumultuoso de voces
me ha lanzado a la lluvia
pero no
quiero llover
quiero incriminar a la
noche a la forma de mis manos
Figura-papel-seda-arroz-hilo, todo me acuchilla
las manos, huelo a crimen
ya no me quiero escuchar
ya no me acuerdo a qué fin
ya no me acuerdo a qué vine
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