sábado, 14 de enero de 2017

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manía irrefrenable de atorarme en laberintos huecos   
los callejones se intuyen en esa maraña de espesas oscuridades   
los plexos se detienen en las esquinas   
nadie intuye que ruedo en cada ruido de cada tumba cerrada a medias   
los ojos gruñen   
los ojos de las cosas tibias  
los ojos de araña de los calvarios individuales    
los ojos disecados que aun creen que trastabillan  
 los ojos de la muerte y sus cuencas caóticas    
voy rumbo y ruedo en cada ruido de costilla    
luego vuelven las miradas viscosas    
mi oquedad    
mis lienzos de yeso   
 trasmuto

ya no me acuerdo a qué fin     
ya no me acuerdo a qué vine

me queda laberínticamente latir por las calles escudriñando en las paredes    
alucino   
me prestidigito los sueños    
él me intuye me dirijo en círculos hacia sus manos    
no tengo pretexto para digitar    
solo para seguir latiendo

zumbando las alas me eclipso    
me dejo suturar por los alfileres de sus ojos pongo dos puntos-paréntesis-pleura-fascia   
aguadija no sé que escalofrío me huele la carne a crimen me escondo de la noche asesina sintiéndome criminal, me eclipso de mi misma huyo felinamente hacia la guarida de mi caja torácica

me zurzo de puntadas la garganta   
no quiero saber nada de mi   
incluso un mal vertiente tumultuoso de voces me ha lanzado a la lluvia   
pero no quiero llover   
quiero incriminar a la noche a la forma de mis manos

Figura-papel-seda-arroz-hilo, todo me acuchilla las manos, huelo a crimen                     
 ya no me quiero escuchar


ya no me acuerdo a qué fin     
ya no me acuerdo a qué vine

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