lunes, 27 de julio de 2020

SOBRE MI DETERIORO - HUGO JARAMILLO MUÑOZ

Ocho en punto: abro las páginas de DETERIORO y las palabras comienzan a develar sus secretos, esa sustancia que traduce lo mágico por sobre la quietud cotidiana o los despistes desnudos de un ser humano nada común y , que lleva encargos, igual poco comunes, al poeta que en su lecho se dispone a bosquejar su última historia, irreversible, con la que se quedan las mujeres, cuando los sueños les son una parte de sus migraciones hacia la imaginación.
Seguramente en “…los reademanes y rediálogos idénticamente bostezables…” de Girondo, la Rocío y el Carlos se reinventaron mutuamente, en cada metáfora de la agonía, en ese umbral que los seres humanos nos aprestamos a trascender, tarde o temprano y entonces, el costillar de Rocinante seducción, la última, la postrimera; trato de imaginar cuánto universo defirieron.
O tal vez, el eco de Vallejo entre las cuatro paredes del cuarto de hospital, susurrándoles al oído “…Hermano, escucha, escucha…/ Bueno. Y que no me vaya/ sin llevar diciembres,/ sin dejar eneros.// Pues yo nací un día/ que Dios estuvo enfermo…” Y es que todos estamos expuestos a la desmemoria metafísica y estamos muriendo/ sobremuriendo…/
Fue un miércoles?... el nombre de los días carecen de sentido, el hecho es que partió, se exilió como los astros en noches de lluvia, y dejó de “cancherearla”, porque incluso un beso es “…una especie de muerte…” en la que todos sucumben o… renacen?... Las ocurrencias de la Rocío son facinakikirimiaus, una red atrapaingenuos con los anzuelos del miedo.
Ella, se retrata con “…sus restos sobre la cama terminal…” pero sucede que su obsesión es escribir y escribir, poemas y poemas, recuerdos de papá; esas historias de mamá, increíbles, pero que son los remansos donde élla, se siente acunada y protegida, supuestamente, la peor hija en ejercicio de su Libertad.
Entonces, no es un azar que Rocío optó por no “…llevar una vida normal y sin aspavientos…”,no, NO, le dio por escribir, que es la opción más pendeja, que no dá para el sustento, y nos abandona en media calle, y nos expone a los “… gritos interminentes, a las sirenas de ambulancia transportando dolores inespecíficos…”
Página quince: la Rocío, nos leé los pensamientos, porque hay días en los que ante nuestros ojos la muerte se ensaña con nuestros seres queridos , y no se los lleva yá, los martiriza, les clava el dolor en lo más profundo, entonces, aprendemos que la eutanasia es el acto más sublime de amor¡¡¡
Confirmo, en cada episodio poético, que Rocío Soria, hace de lo cotidiano historias mágicas: descubre que el amor no puede estar entre carnes y bisturíes, pendejos muertosvivos, ecosistemistas peleando con la arboleda, hombres y mujeres luchando contra enfermedades terminales, locos tratando de salvar la vida de los muertos…..”…El dolor empieza a calar en la fosa/ nace desde algún sitio desconocido/ crece desde el hueso hasta el pabellón cuarto…”
Se percata que el “otro” es un poema, que siempre esconde un lugar donde acariciarle, laberintos, sexo desbordándose entre las manos, amores incestuosos, páginas y páginas donde los otros mueren, como mueren los poetas, con esa necesidad imperiosa de volar. Ella mira a través de la ventana de Castel, y casi presiente que estas páginas son “…un link con la opción de teletransporte hacia la virtualidad pura…”
Son las doce en punto, ningún quebrando ofuscan mi lectura, he sido simplemente atrapado por los artificios prodigiosos de un ser humano íntegro, de una poeta sustantiva.

E. Hugo Jaramillo Muñoz
Febrero/2020

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